Aún tengo en la memoria, aquel
mundial 1994 en los Estados Unidos. Luego de finalizado el partido entre
Argentina y Nigeria, la imagen de la enfermera (Ingrid María) buscando a Diego
Maradona, para llevarlo al control Antidoping.
Control que días posteriores
daría positivo, y dejaría a la Argentina sin su mayor figura dentro de la
cancha, y con un pésimo estado anímico que le llevaría a perder los sucesivos
partidos y quedar fuera del mundial.
La pasada semana, el fútbol
local se vio sacudido por que el control antidoping realizado al jugador
Santiago García (ex Nacional, hoy en el Atlético Paranaense de Brasil) por
aquella final por el Campeonato Uruguayo, frente a Defensor Sporting. Fue el 12
de junio donde los tricolores ganaron 1
a 0 a los violetas.
Cuatro meses pasaron para que
se abra la muestra, la primera ya dio positiva. Por razones reglamentarias (que
me parecen también poco serias) no se abrió la segunda muestra, que
generalmente confirma la primera. Al no pedir el jugador la contra prueba, la
sanción que se le aplica es menor. Deja así muchas interrogantes. Al
transcurrir tanto tiempo deja dudas. ¿Será verdaderamente la muestra de García? ¿Será posible que le hayan agregado algo? ¿Pudo
saberse antes, pero para venderlo, se hizo silencio? Y tal vez, algunas preguntas
más.
La Comisión de Educación Física
debería rever el tiempo que pasa desde que se hace un control antidoping y el
tiempo en que se abre la muestra, para hacerlo más creíble y cristalino.
Por el bien de los deportistas,
si está incurriendo en la utilización de drogas sociales, debe cuanto antes
afrontar una rehabilitación, no cuatro meses después de tomada la muestra. Este
lapso de tiempo es demasiado, si hablamos del uso de drogas sociales.
Por el bien de los campeonatos
locales de fútbol, debe haber mayor seriedad en el tema, si lo que pretendemos
es un deporte de primer nivel. Debemos cuidar para que no acontezcan estas irregularidades.
Omar Felip-Arbó
Periodista Deportivo
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